El cóndor andino es un ave enorme que se encuentra entre las más
grandes del mundo capaces de volar. Dado su gran peso (hasta 15 kilogramos),
incluso su ingente envergadura de alas (3 metros) necesita algo de ayuda para
mantenerle en el aire. Por ello, estas aves prefieren vivir en zonas ventosas,
donde pueden planear sobre las corrientes de aire sin gran esfuerzo. Los
cóndores andinos viven en zonas montañosas, como su nombre sugiere, pero
también cerca de las costas, donde abundan las brisas marinas, e incluso en
desiertos con fuertes corrientes térmicas de aire. Estos cóndores suelen ser
negros, pero tienen un característico «collar» blanco, además de algunas marcas
del mismo color en las alas. Al igual que sus parientes, los cóndores
californianos, los andinos lucen cabezas calvas.
Los cóndores son buitres; por eso sus certeros ojos siempre
están atentos en busca de carroña, que compone la mayor parte de su dieta.
Prefieren alimentarse de animales grandes, ya sean salvajes o domesticados, y
al consumir sus cuerpos realizan una importante labor como barrenderos de la
naturaleza. En la costa, los cóndores se alimentan de animales marinos muertos,
como focas o peces. Estas aves carecen de las afiladas garras de los
depredadores, pero pueden asaltar nidos en busca de huevos o incluso polluelos.
Estas longevas aves han sobrevivido más de 75 años en
cautividad, pero se reproducen lentamente. Cada pareja reproductora solo tiene
una cría cada dos años, y ambos progenitores deben cuidar de ella durante un
año entero.
Hace veinte años, era común
ver cóndores a lo largo de toda la cordillera de los Andes, incluso los
habitantes observaban en sus caminatas
grupos de cóndores sobrevolando los parajes cercanos. Actualmente cada
vez es más raro observar esta ave majestuosa. A medida que pasa el tiempo, nos
damos cuenta que son menos frecuentes los avistamientos.
Hay varias razones para que
la situación haya llegado a ser crítica para este animal:
1. El cóndor es una especie monógama; esto
hace que un macho procree solamente una cría por cada periodo reproductivo y
alcanza la madurez sexual a los 8 años.
2. La continua pérdida del hábitat y de los
animales silvestres de los cuales se alimentaba el cóndor.
3. Envenenamiento y cacería por deporte o por ser considerado un
depredador de ganado.
4. Falta de programas de educación y
conservación en las comunidades.
Queremos que el cóndor “VUELVA A VOLAR” en los Andes, sin embargo para cumplir este sueño no es solo un esfuerzo de pocos, sino de todos los ciudadanos, que sienten que esta ave majestuosa no puede quedar solamente en el Escudo Nacional, sino seguir volando por las montañas del nuestro país.
Fuentes:
No hay comentarios:
Publicar un comentario